Hace un par de años me invitaron a participar en un encuentro de entidades del tercer sector con políticos en Madrid. Hice el viaje de ida y vuelta de Barcelona el mismo día. Cogí un AVE en Barcelona, al llegar a Madrid cogí un taxi hasta el lugar del encuentro y una vez en el sitio, me dieron tres minutos para leer un discurso que llevaba preparado, igual que a la veintena de entidades presentes en el acto. Al acabar, volví a coger un taxi para que me llevase a la estación de Atocha.
Mientras estaba en la estación de Atocha, esperando que saliera mi tren, me encontré a una conocida, estuvimos charlando hasta que se fue en un tren anterior al mío. Incluso me dio tiempo a comer en una de las bocadillerias que hay dentro de la estación. Explico todo esto, para poner de relieve la absoluta normalidad de lo que estaba haciendo ese día.
Anuncian mi AVE, bajo al andén, miro mi billete, me dirijo al vagón asignado, me subo en él. Cual no es mi sorpresa, cuando me doy cuenta de que no puedo ver la numeración de los asientos que hay en los vagones, por lo que tengo que ir preguntando qué número pone en los laterales del vagón, junto a los asientos.
Me confirman mi asiento y me siento en él. Estoy sorprendida y un poco mosqueada por lo que me acaba de ocurrir. Cojo mi móvil y durante un rato me dedico a mirar mi Facebook. ¡Luego, al estar un poco aburrida, decidí dormir un poco, y entonces al cerrar los ojos, me di cuenta de lo que me ocurría!!, ¡estaba teniendo una alucinación visual! Al cerrar los ojos vi a una araña que me escribía unos textos en forma de wasaps. Claro, la mayor parte de mis alucinaciones visuales son en la oscuridad, puesto que la luz, me dificulta percibirlas, aunque las siga teniendo. Misterio resuelto y ya pude quedarme tranquila, puesto que llegué a pensar que me iba a dar un ataque de algo.