El tiempo colapsado. Confinados entre paredes o aislados de los otros por paredes.
Con el Covid-19, nos encontramos ante una incertidumbre que nos angustia. Sentimos que un enemigo invisible nos acecha en el exterior de nuestras viviendas. No sabemos el tiempo que durará, por lo que no podemos hacer planteamientos laborales ni sociales de futuro. En tiempo de confinamiento, sólo salimos para realizar actividades concretas y estrictamente necesarias, por lo que se convierten todos los días en iguales, llegando incluso a perder la noción del tiempo. Los lunes y los sábados son exactamente iguales, por lo que, nos cuesta saber en qué día de la semana estamos.
Nos sentamos frente el ordenador y empezamos a navegar buscando aquello que nos haga más entretenido el confinamiento, empezamos descubriendo nuevos espacios, pasando horas y más horas recibiendo todo tipo de información. Cada vez aparecen más sugerencias de aquello que nos agrada, gracias a que internet utiliza unas palabras clave para que nos llegue mayor información de aquello que buscamos, y allí, sin apenas darnos cuenta, empieza un bucle, donde sólo nos llega lo que nos gusta, bloqueando lo que nos permite ampliar/cuestionar nuestros propios gustos. Sin noción del tiempo, aislados físicamente y aislados informativamente por un sistema que nos provee de todo aquello que queremos ver y nos encierra dentro de ello, creando la falsa sensación de libre elección.
Cuando salgo a la calle, no puedo elegir lo que veo o con quién me cruzo en un autobús. No puedo elegir si hace sol, si llueve, si frío o calor. No puedo elegir si las personas que suben a mí mismo autobús se han duchado o el olor de su colonia. Me cruzo continuamente con desconocidos, que tampoco quiero conocer. Miro continuamente el reloj por miedo a llegar tarde a algún lugar. Fuera de las paredes se encuentra todo aquello que me saca de mi zona de confort y que paradójicamente es lo que me obliga a cuestionar todas mis certezas y seguridades.
¿Qué nos encontraremos al finalizar el confinamiento?, ¿qué tipo de sociedad surgirá? ¿Vuelven los debates políticos, se acabará el capitalismo?, seremos capaces de darnos cuenta de la importancia de la cooperación y el apoyo mutuo? Estamos creando redes vecinales de cuidados, algo que siempre ha existido, pero que ahora estamos redescubriendo y nos emociona. Nos cuestionamos nuestra sociedad actual, sentimos este tiempo como cambio, no sabemos hacia dónde. Estamos tan enfrascados en debatir cuáles serán las formas en las que nos relacionaremos cuando volvamos a una supuesta normalidad, que no nos hemos planteado si lo que hemos utilizado para protegernos de un virus, lo seguiremos usando y nos aislamos más. ¿Seguiremos viendo a los otros como “contaminadores” ?, Vamos viendo y aceptando cosas que antes consideramos anómalas, ahora las aceptamos porque las consideramos de sentido común y necesarias.
¿Cuando acabe la pandemia que quedará como dispositivo de orden, disciplina y vigilancia?
Si miramos a África, y a sus numerosas experiencias en pandemias, nos horroriza la imposibilidad del cambio, que el sistema neoliberal, la corrupción, el enchufismo que llevan al desastre, siguen y seguirán enquistadas, aunque cambiemos la forma de nombrarlas. Nos crea una incógnita acerca de cuál va a ser el tipo de sociedad que vendrá después.
Muy sincero y real, desde mi prisma. Deseo que el ser humano no se vuelva terco y solitario, pues tanto egoísmo nos lleva al rincón del desprecio y la emoción vacía de algo deseado. Rosa, tengo ganas de vivir libre, sin cadenas de miedo y temor. Te mando un abrazo sincero y ánimo para todos los que vamos cada día luchando por un futuro algo mejor.