Participé en una reunión del colectivo en primera persona, que se hizo en un local situado en uno de los callejones, del Barrio Gótico de Barcelona. Al salir me paré en la puerta para charlar con otro activista, vi que venían un grupo de personas hacia nosotros, entre ellos un ciclista, por ello pasé por delante de mi compañero un brazo y le dije:
– “cuidado con el ciclista”-
El miró hacia el grupo y luego a mí y me preguntó:
– “¿qué ciclista?”-
Volví a mirar el callejón y me di cuenta de que allí no había ningún ciclista, tan solo un grupo de unas 5 personas.
Juro que 1 minuto antes vi un ciclista en el medio de ese grupo. Vi su casco blanco de ciclista, vi sus gafas oscuras, vi su boca y su barbilla, vi su camiseta blanca de manga corta, vi sus pantalones negros de malla, y, sobre todo, le vi encima de una bicicleta, en el centro de ese grupo.
Suelo saber reconocer una alucinación visual que no es real, puesto que la “textura de color” bajo la que se presentan, me da pistas acerca de su irrealidad. Aunque hay veces, que he descubierto que lo que estaba viendo o escuchando, no era real, por una simple casualidad, como que al expresar lo que estaba viendo, un compañero de activismo mirara, no viera el ciclista en la calle y yo al volver a mirar comprobé que nunca existió tal ciclista. Entre que yo previne del peligro por atropello del ciclista a mi compañero y él miró, pasaron apenas unos segundos, por lo que resulta imposible que el ciclista se metiera en un portal.
Después de ser consciente de que acababa de tener una alucinación visual, me fui andando a coger el tren a Plaza Cataluña para volver a mi casa. Volví a mi casa, porque ese día no había quedado con nadie para comer o charlar un rato. Volví tranquila, sin prisas, ni preocupación por lo sucedido, puesto que asumo que ésa y no otra es la normalidad en que vivo.
Carai !!!!.