Perséfone, en la mitología griega, es una joven raptada por Hades, dios de los muertos que vive en el inframundo. Su madre, después de buscarla, llega a un acuerdo con Hades, a través del cual, Perséfone, vivirá unos meses al año con su madre en la tierra, y los otros meses con Hades en el inframundo. Elegí a Perséfone como alegoría de este blog, puesto que ambas de alguna forma, vivimos o pasamos tiempo en 2 realidades diferentes.
Me presento, mi nombre es Rosa García y dentro de salud mental he elegido definirme como Escuchadora de Voces. Sí, lo reconozco públicamente, tengo muchísimas alucinaciones visuales y algunas auditivas, también siento que entro en otros espacios/dimensiones, y me apetece hablar públicamente de ello. También me gusta la filosofía, puesto que me obliga a repensarme a mí misma y mi relación con los Otros. Hablando de los Otros, soy muy fan de la Otredad, del encuentro con ese Otro que no tiene nada en común conmigo, de escucharle, de mirarle, de intentar entenderle, lo que me lleva a cuestionar mis propias certezas.
En este espacio escribiré acerca de todo aquello que me apetezca, sin autocensuras. Conoceré, escucharé, hablaré y entrevistaré a todo tipo de personas, con las que tenga intereses en común y con las que no tenga nada en común. Hablaré de lo usual y de lo inusual en mi vida y cómo convivo en ambas realidades. Hablaré de mi pasado, puesto que en el origen de todo se encuentra el maltrato psicológico y el abuso que sufrí dentro de mi familia. Hablaré de la lucha por sobrevivir al horror y el papel que jugaron las alucinaciones en ello. Hablaré y filosofaré de lo vida y las relaciones humanas. Hablaré y contaré aquellas experiencias que nunca sabré si alguna vez fueron reales… También daré voz a todas aquellas personas, que a través de este espacio quieran contar sus experiencias inusuales, podrán decidir si quieren que aparezca su nombre o no.
Hablaré, puesto que si algo me hizo daño fue el silencio. Hablaré, desde mi misma. Hablaré, con rabia, por la vida que me robaron. Hablaré, en voz alta, no quiero que les ocurra a otros. Hablaré, y gritaré, hasta quedarme afónica. Hablaré, en las plazas, megáfono en mano. Hablar, tan difícil, tan simple y tan revolucionario.