No me deja de sorprender que una fórmula recurrente de devaluar la palabra de una mujer sea acusándola de estar “enamorada”. Como si por estar “enamoradas”, no fuéramos capaces de ser imparciales, ni de tomar decisiones propias. Pero lo peor, es que se suele usar como excusa para negar e invisibilizar nuestra independencia personal en la toma de decisiones.
Te encuentras dentro de un conflicto entre varias personas, intentas mantenerte al margen, y una de esas personas te “acusa” de que no tomas partido a causa de estar “enamorada”. No importa si es cierto o no, lo único que importa es manipular y coaccionar para que realices una acción con la que no estás de acuerdo. Coacción y manipulación impensable realizarla en un hombre. Si dijera que un hombre miente, manipula y acosa por amor a una mujer, me llamarían mentirosa, envidiosa e histérica. Acusar/acosar a una mujer de estar “enamorada” se convierte en una estupenda, maravillosa y espesa cortina de humo, que permite crear un relato acusatorio en bucle, tras el cual disimular verdaderas intenciones y acciones, según el cual la mujer “enamorada” es un ser malvado que se merece todo lo peor, sin aportar ni una sola prueba mínimamente sólida que justifique tales acusaciones.
Devaluar la palabra de una mujer, acusándola de tener sentimientos, de que al estar “enamorada” se ha convertido en un ser irracional, que no puede gobernar. No puede ser jefa, con las consecuencias institucionales que esto conlleva. Colocando a la mujer en el lugar del primitivismo, de su faceta maternal, romántica, necesitada y dependiente de un príncipe azul que la salve de sí misma. Entonces parece no disponer de la racionalidad necesaria para tomar buenas decisiones, alejándola del poder, puesto que se la considera un peligro.
¿Por qué creemos que las decisiones de una mujer “enamorada’’ no son válidas? Tal vez porque el patriarcado nos ha hecho creer que nuestro objetivo en la vida es tener un marido que piense y decida por nosotras. Por lo que equiparamos una mujer “enamorada”, a una mujer sometida a la voluntad de otra persona. Por ello, aceptamos socialmente la devaluación de la palabra de una mujer, acusándola de estar “enamorada”. Y en lugar de tratar de averiguar lo ocurrido, preguntando a las diferentes personas implicadas, tratando de contrastar la información, vamos a la mujer y le preguntamos si es verdad que está “enamorada”. ¿Importa que la mujer esté o no “enamorada”? ¿Justifica, devalúa o manipula, que una mujer está “enamorada”?
La figura de la mujer ha sido una de las grandes excluidas de la historia. Hablar de lo femenino es hablar de discriminación, sometimiento, exclusión de los libros de historia. Aristóteles decía que una hembra es un macho que no se ha desarrollado, que le falta “algo”, un “algo”, que tan solo poseen los machos. Por la falta de ese “algo” biológico, se nos ha subordinado históricamente al hombre, argumentando tener menor fuerza física, menor inteligencia. Todavía hay quién duda de que la mujer posea un alma. La acusación de estar “enamorada” es una fórmula, sutil y perversa, de seguir devaluando la palabra de una mujer en la sociedad actual.
Me ha gustado mucho.
Gracias Encarna
Es cierto todo lo que dices, desde el principio hasta el final.
Me sorprende ver como parejas jovenes toman estos roles del hombre protector y la mujer sometida.
Veo un programa que se llama La Isla de las Tentaciones, lo miro como quien espia a las parejas jovenes. Tengo 63 años y me sorprende ver que no hemos evolucionado ni un apice. Me gusta constatar que se repiten en el presente inmediato, los roles de antaño. Me sorprendo mucho y me ruborizo de ver que no hemos evolucionado nada de nada como mujeres, como parejas y como personas.
Gracias Rosa por tu articulo.
Montse Gasol.
Gracias por tu aportación Montse, me hace reflexionar entorno a que no hay nada nuevo bajo el sol.
Molt d’acord, Chica.
Si em permets una petita discrepància, et diré que les dones no tenen ànima, però no perquè tinguin aquesta mancança en comparació al atributs de l’home com ésser complet.
No tenen ànima perquè les ànimes no existeixen.
Me temo, estimado Vicenç, que eso solo lo sabremos cuando llegue el momento.
Un buen escrito. El enamoramiento es un sentimiento, muchas veces diferente en la mujer que en el hombre. En el hombre se suele esconder, por considerar que es un sintoma de debilidad. En la mujer es un sentimiento que se acepta y no se debe menospreciar, cosa que pueden hacer los hombres e incluso a veces otras mujeres con falsas ideas de fortaleza.
Cuantas veces habré oído la historia moralizante del rey, que tras la derrota y pérdida de su reino, su madre le dijo “llora como mujer lo que no supiste defender como hombre”….