Alguien le dijo un día a Mariona que era internacional.
Sí. Era un imán para las personas con diversos problemas y era como una ONG internacional.
Si escribiese algún día un libro, probablemente trataría sobre cómo se atraen personas con el mismo tipo de problema.
En el caso de Mariona, venían hacia ella muchas personas migrantes y/o con doble nacionalidad, que vivían en otros países que no eran el de origen y que no sabían bien dónde pertenecían o la gente de su alrededor les niegan el sentirse de un sitio o de otro y son objeto de burla o discriminación.
El sentirse apátrida, sin pátria, para Mariona era como sentirse sin padre o sin madre.
Sin unas raíces.
Tal como se sentía ella con su familia paterna.
Por eso llegó a ver que conectaba con esa parte de conflicto identitario, tan interior y profundo.
Por eso quizá, con esa gente que era como ella, acababa compartiendo confidencias entre las sábanas.
A veces llegaba a pensar que todo el mundo ha llegado a sentir alguna vez que no sabemos dónde pertenecemos.
Siempre hay algo que nos hace sentir perdidos en la vida.
Puede ser por mudarnos nosotros a otro país o por que se nos mude un ser querido, pero que en vez de a otro país se vaya al más allá.
Todo lo que lleva a incertidumbre nos derrumba.
Sobre todo en un mundo tan comunicado y superficial en el que cuesta hablar del conflicto, como si pertenecer a un sitio o a otro, o sentirse solo, perdido y aislado fuese un crimen contra la globalidad y la multiculturalidad.
1 comentario en “Apátridas”
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De padres andaluces, soy nacido en Cataluña, de dónde me sienta es personal, no me gusta entrar en temas «nativos» y a veces digo también que soy ciudadano del mundo y sobre todo de mi madre, que es la que me dio la vida. De dónde seas es un mero hecho causal, no dejas de ser tus raíces la familia. Ahora eso sí, el respeto a otras culturas es básico para aprender de ellas, sacando de estas la esencia que nos enriquece. Saludos