Buena parte de los problemas de algunos de los que tenemos un trastorno de salud mental es que estamos, según muchos, fuera de lo “normal”. A veces, sufrimos por no poder encajar perfectamente en ciertos grupos sociales; y en otras ocasiones, algunas personas nos hacen saber que nuestro comportamiento u opinión no es bien recibida o llanamente es “anormal” o “improcedente”.
Resulta sumamente terapéutico en algunas situaciones–incluso para personas “normales” –el aceptarnos a nosotros mismos tal y cual somos. Esto no implica que abracemos errores y comportamientos que somos capaces de cambiar, o que nos quedemos estáticos sin evolucionar hacia una mejor versión de nosotros mismos. Pero sí quiere decir que debemos aceptarnos, tolerarnos y darnos cierta licencia en cuanto aquellos comportamientos o respuestas que no podemos cambiar debido a nuestra particular situación mental.
Creo–y quizás esté solo en esta creencia–que una buena y comedida dosis de cinismo es necesaria en nuestra vida. Sin ella, posiblemente entremos, de vez en cuando, en bucle de autoreproches por nuestras naturales respuestas y comportamientos en sociedad.
Según la Real Academia de la Lengua Española, cinismo puede ser definido como:
1. m. Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables.
2. m. Impudencia, obscenidad descarada.
Creo que hay que vivir con cierto descaro nuestro trastorno. Yo hablo solo, muchas veces llegué a hacerlo en medio de grupos de personas. Tan pronto me daba cuenta me auto reprimía y callaba. No significa que no evite aún hoy en día hablar solo en medio de grupos de personas, la diferencia es que hoy, si lo hago y alguien se percata de ello, simplemente no me importa. No siento ninguna vergüenza por ello. Evito hacer eso en público, creo que es prudente no hacerlo; pero, si no puedo evitarlo mi lenguaje corporal solo dice una cosa: “Ya está” y digo esto, si es necesario articulando palabras sin ninguna agresividad ni violencia, solamente “Ya está” —yo hablo solo con total desvergüenza y sin ningún complejo: soy así.
No podemos vivir en una eterna resaca moral por lo que hacemos en un mal día, o en un momento de brote. Tener una crisis no está tipificado como delito en ningún código penal ni en ningún libro religioso. Si nos sucede algo cercano a un brote tenemos que aceptarnos en esa situación y no salir a pedirle perdón al mundo por nuestra existencia.
Esto no quiere decir que no busquemos reparar cualquier daño que en palabra u obra hayamos ocasionado a alguna persona debido a algún síntoma no controlado de nuestra dolencia mental. Pero, si ofendemos, pedimos perdón por lo que hacemos, no por lo que somos.
Asumir que encajamos perfectamente en lo que la sociedad llama “Loco” o “Loca” y hacerlo con total desvergüenza es un acto–ante ciertos moralistas–de cinismo necesario, terapéutico, liberador y relajante.
Lo que dices es coerto pero no tiene nada que ver con el cinismo. El cinismo va mucho mas alla de la escueta definicion de tu diccionario. El cinismo es burla, es sirna y destructividad. A lo que tu haces referencia es a ser rolerantes con la patologia de uno, a no sentir ni culpa ni verguenza por padecerla. No tiene ninguna relacion con ser cinicos.
No me supone vergüenza ser distinta ( tal vez sean el resto los comunes) desde hace ya bastente tiempo. No voy a negar que me costó.
Sin embargo yo misma suelo ser mi propio juez y verdugo… así que soy de las que no ve necesario que se tipifique como delito para criminalizarne y tardar en perdonarme. Lo curioso del caso es que a cualquier otro no le exijo unos canones ni remotamentd parecidos.
Me va a tocar currarme mucho lo que comentas sobre aceptarme…