El lobismo y las asociaciones

¿Qué tienen en común grupos ambientalistas, LGTBI, ecologistas, organizaciones religiosas, defensores de los derechos humanos, activistas culturales, representantes de grandes industrias petroleras o fabricantes de armas? Todos tienen en común que usan el mismo método: el lobismo.

Según Wikipedia, lobismo puede ser definido como:

Un grupo de presión, también conocido como grupo de cabildeo1​ o lobby (proveniente del inglés: ‘vestíbulo’, ‘salón de espera’),2​ es un colectivo con intereses comunes que realiza acciones dirigidas a influir ante la administración pública para promover decisiones favorables a los intereses de ese sector concreto de la sociedad. Las primeras utilizaciones políticas de este término son del siglo XIX. Se refiere a una organización de personas que aparte de buscar incidir en las decisiones políticas (como lo hace un grupo de interés) busca el logro de sus intereses intentando influir por los medios posibles en la opinión pública y su toma de decisiones. Cuando ésta adopta la ideología de uno de estos grupos, inevitablemente la difunde a gran escala. Los grupos de presión inciden en la clase política posicionandola a su favor, dado que es esta quien decide la conducción social.

https://es.wikipedia.org/wiki/Grupo_de_presi%C3%B3n

Vemos dos aspectos diferenciados, que a la vez se complementan, y sobre los cuales actúan los distintos lobbys pertenecientes a diversas organizaciones. Uno es la administración pública y el otro la opinión pública.

Activismo institucional. Algo tan simple como pedir una reunión a un conjunto de concejales del ayuntamiento del pueblo para sensibilizarlos sobre el hacer más visible los actos relativos al día internacional sobre salud mental es un acto de lobismo. Lo mismo que reunir a un conjunto de comunicadores e impartirles un curso o una charla sobre pautas correctas de redacción en materia de información de prensa que envuelva situaciones de salud mental, también es un acto de lobismo. O bien, acudir a alguna mesa de salud mental que algutine a las organizaciones de este ramo y participar proponiendo ideas también es, indirectamente, un tipo de lobismo.

La palabra misma tiene connotaciones negativas en cierto modo, hay que aceptarlo. Porque grupos organizados que representan intereses nada favorables para la generalidad de la población usan asiduamente el lobismo. Sin embargo, esto no debe desacreditar a esta formidable herramienta.

Ante los ayuntamientos de nuestros diversos pueblos. Ante los periodicos de nuestras ciudades. En los centros culturales de las comunidades en que vivimos se hace necesaria hacer una labor efectiva de lobismo sensibilizando a tomadores de deciciones. Personas cuyas deciciones mueven a cientos o a miles de ciudadanos en una dirección o en otra.

Colaboraciones. Para hacer lobismo efectivo es necesario, en primer lugar, ser conscientes de nuestras limitaciones. Si vamos a impartir un curso de redacción a miembros de nuestra organización, cualquier miembro o persona conocedora del tema puede hacerlo. Ahora, si se va a convocar a periodistas profesionales, lo ideal es que un compañero de nuestro colectivo, que sea profesional en el área de comunicación (pertenezca o no a nuestra asociación) imparta el curso a sus compañeros de la prensa.

Hacer lobismo efectivo muchas veces implica recurrir a terceras personas del colectivo. Gente representativa, cuya sola presencia llama la atención. La gente está más presta a oírles porque, de alguna manera, sienten que les conocen.

Hacer conferencias y eventos con conferencistas conocidos, logrando previamente el patrocinio de instituciones empresariales o bancarias también, en la línea de la sensibilización, constituye una herramienta contundente para influir en la opinión pública.

El lobismo en sí apunta a la cabeza o cabezas de la sociedad. A quienes dirigen, guían o simplemente arrastran con sus decisiones al resto del rebaño. Apuntar a las cabezas implica una gran economía en el esfuerzo de alcanzar objetivos. Ya que es más fácil concienciar a un grupo de concejales de un ayuntamiento que a toda la población del municipio.

Se trata de concentrar esfuerzos allí donde es decisivo que se actúe.

Existen áreas de lobismo que son increíblemente especializadas, como el mundo legislativo. Con frecuencia legisladores autonómicos o nacionales escuchan en comisiones a gente representativa de los sectores en los que se piensa legislar, para obtener una visión más amplia que ayude a un mejor desarrollo de un proyecto de ley. En este tipo de lobismo se requiere algo más que un compañero con una experiencia de diagnóstico en materia de salud mental. Se requiere personas que conozcan la figura jurídica de que se trata, sus equivalentes en otros países en que ha sido desarrollada, sus puntos fuertes, sus puntos débiles etc. Por esto, toda organización representativa de un colectivo que busca visibilizar a ese grupo, sensibilizar a la sociedad e incidir en políticas públicas que mejoren la situación de ese sector social, debe estar abierta a recurrir a compañeros y compañeras que aún no siendo parte de la asociación de que se trate, tienen la experiencia del diagnóstico en salud mental y el conocimiento y la preparación para defender eficazmente la posición del colectivo ante, por ejemplo, una comisión legislativa.

Conocimiento exacto del colectivo. Ante los tomadores de decisiones se comparece con datos fiables, contrastados y comprobables. Como asociación de salud mental, debemos procurar conocer el mapa de salud mental de nuestras comunidades. Cuántas personas diagnosticadas hay en nuestra comunidad; cuántas personas con discapacidad por diagnóstico de salud mental hay en nuestro pueblo; cuántos centros de día hay en nuestro municipio. Inclusive, de ser posible, cuanta medicación (clasificada por áreas) en materia de salud mental se consume en nuestro municipio, o en su defecto, en nuestra comunidad autónoma. Hay que estar muy documentado para hablar con gente que toma decisiones. Pues estas decisiones se toman en base a los datos disponibles. Tener información, es tener poder, porque una vez se exponen los datos, todo lo que digamos después será escuchado atentamente. En esta tarea es de suma utilidad las bases de datos de asociaciones hermanas más antiguas, así como de asociaciones farmacéuticas autonómicas, centros médicos y el uso de mecanismos como leyes de acceso a la información pública o sus equivalentes.

Escribo estas letras como una tentativa de contribución a todo lo que podemos hacer y lograr juntos, e incluso, con ayuda de otros, no necesariamente miembros de la asociación, pero sí personas compañeras en el camino de la vida con diagnóstico de salud mental.

1 comentario en “El lobismo y las asociaciones”

  1. María Margarita Salerno

    Muy bueno e inspirador para acciones sobre estratos intermedios de nuestra sociedad.

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