¿De dónde vino, a dónde se ha ido siempre? ¿Dónde ha regresado y nunca ha dejado de respirar el amor, lo dolido, el sufrimiento, el padecimiento de este camino?¿Dónde estuve?, ¿dónde vine otra vez?, ¿dónde estaba?, ¿dónde pude volver a crecer? ¿Será que soy alguien que nunca se fue ni se marchó? ¿Será que siempre mi esencia existió? Voy caminando y voy sintiendo, percibiendo todo mí alrededor. Voy notando una ausencia, de lo que es desconocido, porque todo lo siento, todo siempre creo que lo he percibido. Soy autómata en mis sentimientos. Mis emociones van derivándome en pasión, ciclos sin parón. No soy un robot, tengo emociones y siento muy adentro. Pero si hay una automoción es: sentir que mi alma regresó. Hay un seguido y continuo proceso de que estoy vivo, de que me arde el dolor tanto como la felicidad y sus encuentros. No hay lagunas en el alma. No existen las dunas desérticas en el sentir. Siempre es una proclama del espíritu de la universalidad que te aclama. Y siempre contigo va en un suspiro eterno sin no encontrado final. Soy el alma. Soy el aroma que siempre se siente presencial, crece y de lecciones se va registrando su valor y su más que viaje profundo a las dunas de lo inmenso, que es la profunda muy unida comunidad de todo lo que se llama, lo que es un nombre que a todos nos junta y nos une, nos ama, ese es el universo, es una llama que es de una profundidad que quema tanto la mirada. Porque no se acerca el entendimiento a poder saber lo que es el fuego, el núcleo de un sol, de una estrella que es abrazo del universo. De ese amigo, ese celestial consejero que te da mensajes, te los deja para que los veas en el reflejo, cuando piensas, cuando miras tu mirada en un espejo, lo ves, lo puedes transmitir a ese complejo deslizar de la imagen que eres tú. Pero es él, es lo mismo, sois un único y completo existencial reunir de luces, sombras y conocimientos de progresar. Es la evolución, es la luz más magistral del cielo, más allá de que en estrellas bailas y danzó tu ritmo que no para, por ser tu único y procesal autoconocimiento de la lealtad a ti mismo, y a la unión de todo el mundo y sus senderos. No hay más que mirar por la ventana y sentir el aire en la cara, y darse uno cuenta que cuando siempre el viento ahuyenta el dolor llega el proceso de que se hace resiliente tu alma, mucho más al volar en cielo otra vez en calma. Porque ese caminar es el que le da la fuerza a tu progresar, a tu lealtad a la vida y a sus mágicos momentos de dulces vivencias, y de dolorosos encuentros con lo cruel que también es progreso de la mente y de su sumergirse en el seguir procesando inteligencia, para ser sabiduría en tus días, para ser quién tienes que ser: una luz más que crece juntamente con todo lo universal. Ser de la unión que te mece en las estrellas y en sus bailes de magistrales vivencias. No hay vida sin crecimiento. No hay luz sin oscuridad ni lamento. No hay proceso de crecer sin una flecha clavada en tu propio cuerpo, cuando es una vida nueva otro nuevo camino que emprender, otros huesos de otra cascara de sentir la física presencia. Transmisores de idiomas en letras, dejamos memorias, dejamos lo que será el progreso de las generaciones que vendrán. Somos una leyenda. Hemos sido existencia siempre y siempre hay una línea tachada de cruces, una red que nos une, y nos complementa. Es siempre lo mismo: las luces acabando con los oscuros inicios, y esos se acaban, pues no son completamente infinitos los lamentos, siempre llega el feliz suspiro y te deja volver a tener encuentros con la alegría y suspiros más que eternos. Es lo esplendoroso de la comenzada vida, una y otra vez las lejanías de creer, de ser, de desistir, de progresar y de tener encuentro con una vida y una más y siempre crecerá mucho el ser, más de lo que piensas y puedes creer… Tú, un coeficiente espiritual, y ese aumentará mucho más las riendas que sujetar. Porque el proceso de crecimiento y de seguir alzándose como el viento es calma y tormento de la sedienta realidad. Y siguiendo siempre la luz, vas tu senda librándola, que es camino al que has de llegar para abrir con la llave siempre la cerradura, que abre el portal al universo y a sus luces tridimensionales, que existen para que seas, para que comience siempre y te alces y así siempre lo mismo llegue y traspase fase a fase.
Todos sois viajeros, los que tienen encuentro, que estaréis conviviendo. Otros seres que te darán completas mentiras y tú tienes que descomprimir todo ese sucio intento de hacerte decrecer, y para que eso ocurra tienes que percibir y atender al conocimiento del subconsciente y su buen saber. No hay más lectura en la vida que saber qué es dulce y melodiosa, complejo el sendero. Es ese que siempre hemos de recorrer una y otra vez y millones de veces… porque no hay final, se crece y se crece y siempre se hará… Porque no hay un muro que pare tanto caminar, no hay nada que se pueda asemejar a tanta compleja lealtad de la vida y las luces del universal suspiro, y su melodía que a todos nos acompaña y a todos nos da la oportunidad elegida para seguir y continuar en alivios del aroma que siempre respirará, sí, el que sientes siempre serás, no has de dudar: de tus adentros hacia fuera, irás a elevar y exhalar luz en transitar. Desde el pez al pájaro, desde la jirafa al león, desde el orangután al gorila, y desde los más sabios insectos y su leal cronicidad de resistir y no involucionar, y su sincronía: ¡qué mensaje del universo y del maestro universal! Se sincronizan para dar vida a la vida y a las flores son aroma y el acompañamiento de un transitar, que está renaciendo en su posarse y dar continuidad, entre medio de las plantas y su comunicación, su inteligencia social. Unión de ese: un suspiro de la eternidad por el que todos pasamos y todos hemos de pasar. Un adiós que no es más cierto que un abandono incompleto. Una existencia seguida como el caer de una pluma deslizándose, atravesando el aire con su cuerpo más presencial que el del mismo viento, así somos los viajeros, así somos las raíces de luces en tierras oscuras: de las que se nutren los encuentros. Nosotros siempre somos los mismos, adecuados para cada camino. Somos el calzarnos todos un nuevo conjunto de zapatos. Somos la verdad y el acertijo que hemos de desvelar. Somos la magia y el hechizo que da paso al destapar nuestra pérdida magia de lienzos por llenar. No hay más que estar y navegar entre odisea y empezar cada soplo de vida en un ciclo, así sumergirnos en otro comenzar para reflotar siempre el ser lección en el mar de la tan iluminada eternidad. No es que seamos un trasiego, nadar para solo estar en la vida, es más que camino que andar. Yo no soy yo, soy un hilo más del navegar húmedo y lucido de vida. Es sentir que hay agua en más lejanías. Es saber que no hay día sin noche. Es creer como lo hace esta alma que anida, y éste ser que aquí explicando…No es más que el todo de octavillas de que entendamos, hacernos conocer por los que corremos y nos caemos y levantamos vuelo. He sido más sincero al volar con otros seres alados y en sincronía perfilada y perfecta, he ido al transparente someterme del cielo y nunca caí de golpe al suelo sin un relanzamiento de mi seguridad, ahí en mis adentros. Nunca he sido tan mentiroso, que cuando me caía en el pozo del placer decoroso se llenaba mi sentenciada consciencia, de un lamento culpable y venenoso. Nunca fui tan letal que cuando me arrastré en vez de andar. No sé qué más hay en lo oculto detrás del paraje por encontrar. Ni yo ni ningún ser lo ha de en su mente hallar, pues es un destellante brío de luz el caminar, que sólo enciende el sol de la verdad al irse y al marchar danzando entre despedidas de los mismos que el viaje emprenderán. Soy el adiós que se transformó en un igual que acogió su propia despedida fuera de la falsa nada. No es una banalizada estirpe la del que le habla al ruego: de que las mareas, ese rogar que cambie el entregar miseria habiendo tanto por lo que luchar, y así hay que perder este sin sentido, derramar el unir e hilar los seres en lo que no es más que la vitalidad de la tierra, que está para todos, llena de mucho fruto que recoger de la siembra de cosechas que para eso están en sendas.No niegues el trago de cristalina agua, aplacar la sed. Se romperá de soledad el nudo de no darse a la unión y el consenso universal no respetar. Sólo he de ir al manantial y llenar el botijo para calmar, por haber de sobras para más de uno más… Y yo no tengo la vida a mis pies, sino que caminan ellos entre la sed por obviar el hallado pozo repleto de libre líquido de vida, es transparencia de no negar el calmar sed y no dejar sin trago de vida al igual que quiere crecer para regresar más sabio en otra oportunidad de vivirla. No hay más sendero que el que has de caminar, por lo menos en el viaje que tendrás, el que te ha tocado andar. Si en algún lugar del mundo hay un grito de dolor a la misma vez en otro paraje remoto aparcado hay un susurro de placer. Si en un momento se alzan las heridas de los seres humanos, y no ven más allá de lo que tienen en las manos. Si no, notan su esencia y eso tan espiritual que es sentirse, abrazarse y entregarse por enteros con la luz en la mirada a los demás, entonces solamente se podrá gritar el cambio, solamente podremos luchar contra los desvaríos de los que lo hacen mal, y de los que no buscan nada más que su propio placentero y equivocado placer de lo material. De lo más primario viene el instinto de la carencia de lo básico. Está el enfrentamiento entre unos y otros. Los espíritus alzando armas y desgarrándose por sobrevivir y seguir en la senda con más calma.El someter viene de la guerra, viene del sonido de las lanzas volando por el cielo y atravesando los cuerpos, antes de que entren en combate y eso es memoria de la humanidad y el no sentirse sierva, que siempre arda con los mismos hirientes sonetos de la antigua dominante cadena de poder que asola la senda. Y la procreación es el dar protección y continuación, al volver de ese algo del que se marchó, el que lleva el sonido en su mente de que tiene que proteger su legado de que existió. Porque le dio la vida la fuerza. Le dio el poder para levantar más peso de luz y tiniebla, que la que trae engendrando la vida nueva, así la esencia progresa, el alma coge experiencias. Y eso heredado de tiempos pasados, hasta ahora, hasta el momento que estamos caminando. … Y tantas luchas, porque se iguale la vida a su misma hilada pugna de un alma que anda y siente lo eterno que le da y así pueda subir y el corazón alzar. Porque no haya géneros. Porque todo sea lo mismo y no vayamos siempre haciendo caso y sintiendo cada vez más ese perdido ya sin sentido. Brillemos, para progresar, y si sigo instinto que hace caer siempre en la misma piedra inerte y fría, parare e iré al volver a probar, perdurar de piel dura y no dejarse el ser llevar por el amor y el acoger dependencia y no tener libertad, perturbadora mala sombra que acecha la honra de la igualdad. Hemos de cambiar para crecer y la sabiduría abrazar.
POETA INTEMPORAL