—¿Por qué lloras pequeño?
Ya comprendo.
Se ha ido el amor de tu vida.
Pero tranquilo,
que allí donde esté
tus sueños todavía cuida.
—Señor mire, éste es su manto
con el que en calma, en el hogar
allí al lado mía se quedaba dormida.
—Entiendo que ya no tendrás ganas de sonrisas.
—Cómo reír y tener alegría.
—Pues no sé. Yo solo sé de melodías infinitas.
—¿Qué es, es un enigma?, ¿dígame de qué trata ese tratar en los días?
—Mira, es sencilla la pregunta respondida.
—Pues no espere, dese prisa.
—Hay alguien soñando contigo en otra vida. Hay un versar de hermosa poesía que solo oye tus lágrimas por su partida.
—No entiendo nada, ¿puede aclararlo?
—Cierra los ojos y escucha tu corazón. ¿Lo sientes?, es una música de halagos y abrazos que en mi cielo llevan una dirección.
—¿Cielo, qué está intentando decirme?
El niño cerró los ojos y oyó la voz de su amada madre, que al cantarle aquella nana de antes le llenaba la esencia de fuerza y talante para seguir adelante.
Autor: Miguel Ángel Pérez Salcedo Poeta Intemporal ©.