Mariona no sabía bien cómo era su familia.
No se componía de una forma convencional.
De pequeña, para ella era algo normal, pero a medida que iba creciendo se daba cuenta de cosas.
Al principio eran detalles sin importancia, pero que afectaban su existencia en mayor o menor grado.
Una de esas cosas era la relación fraterno-paternal con sus hermanos.
Un concepto extraño, pero no por ello inexistente para su realidad, en el que sus hermanos eran a la vez sus padres.
Tenía una relación cercana con ellos, pero chocaba cuando se tornaba autoritaria, como la de un padre con sus hijos.
No era de igual a igual.
Eso provocó que Mariona aprendiese sentidos como el de la responsabilidad o la vergüenza con antelación y que no encajase con gente de su edad en ninguna de las etapas de su vida.
Eso fomentaba el ostracismo al que se sumía y actuaba de zona de confort.
Como si salir de ahí no valiese la pena.
Encontraba superficial todo lo que la rodeaba.
Pero, ¿Realmente era así o era algo aprendido?
A veces prejuzgamos lo que tenemos delante sin conocerlo realmente.