Oigo de ayer aún ruido
de raudos daños fatales.
Siento todavía lo ido,
vómitos en orinales.
Mi andar latentes recuerdos,
del suplicio en el martirio,
de momentos poco cuerdos
solitud de aquel delirio.
Y mi ansia está siempre alerta,
por si aquel pesar regresa.
Mi alma por si descubierta
es y lo irreal la apresa,
no baja nada la guardia,
y si yo he de frenar lo hago
y paso a la retaguardia.
No pienso aunque sea amago,
de aquella locura y estragos,
esa que a mí me hirió dentro
con fríos filos a tragos,
aún temo el reencuentro.
Autor: Miguel Ángel Pérez Salcedo
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