Mariona era fea.
No creía que fuese nadie en este mundo.
Se veía ignorada por quien debía amarla y protegerla.
Por sus padres, sus hermanos.
Ignorada en clase, en el trabajo.
Pero ¿Por qué la inundaban esos pensamientos si sabía de sobra que no eran reales?
Ella tenía percepciones, pero no eran del todo ciertas.
Nunca le habían dicho nada malo directamente.
Ella solo hacía conjeturas de las que quizá la mayoría fuesen erróneas.
Delirios y deseos de su mente.
De infravalorarse.
De no querer existir.
¿Sería un deseo pueril y egoísta?
Puede ser.
Porque a su alrededor tenía gente que la amaba, aunque no quisiera verlo.
De la que se apartaba sin una razón de peso.
¿Por qué rechazaba a quien sí la valoraba?
Quizá no se amaba suficiente y fuese por la vergüenza de no querer admitirlo.
De que esas personas vieran sus carencias y le hiciesen daño.
De no querer admitir de que en realidad no era ningún adefesio.