Como persona escuchadora de voces, entre las cuales a veces me cuesta diferenciar qué son mis pensamientos más profundos, claros u oscuros, que también los hay, y cuáles son residuos de una enfermedad mental o, me atrevería a decir: “psicofonías de otras mentes u otras personas hablando en la lejanía”. A veces llego a enredarme en la telaraña de querer saber de qué es real de todo eso. Entonces observo y reflexiono. Lo real está ahí afuera.
Ojalá no se dieran malentendidos por mi parte, y por la parte exterior, ya que existen ocasiones que me atrevo a verbalizar lo observado, ignorando que lo que estoy diciendo sólo es una percepción mía sobre lo que escucho o lo que nada más está en mi cabeza. Sí, se da que en ocasiones que hay figuras de conflicto que bailan en mi mente, cuyo conflicto está de manera única en mi interior, y se da que no siempre yo no soy capaz de apaciguar esos conflictos a través de la autoreflexión o la relajación. Lo paso bastante mal mientras llegan a desaparecer esas voces jodidamente feas, pero estoy acostumbrado a ello. Vienen hacen la puñeta y se van. Y sí, en ocasiones esas voces tienen imagen; un amigo, un conocido, un presentador de televisión, un familiar…
Me gustaría decir que siempre como vienen se van, pero no siempre. En ocasiones pasan tres días, una semana a lo sumo que, en cuanto estoy demasiado inmerso ahí adentro, generan en mí dudas y preguntas que en la vida normal no me plantearía. Respiro y puede que eso baste para que desaparezcan. Pero cuando se presentan con imagen, con figura representativa, se están canalizando automáticamente esas dudas hacia esa visión o figura representativa, y puede que sea alguien que conozco. Ahí, tras un ejercicio de varios años, me centro en lo que tengo de real de todo eso y es nada. Pero otra se me escapa de las manos, verbalizando lo que me pasa, que creo que es con esa persona cuando en realidad solo está pasando en mi cabeza.
La comprensión de esta situación se entiende por parte del escuchador de mi voz sobre mi percepción y mis voces, de manera que el conflicto tarda un segundo en desaparecer nada más hacerme ver que no es real y que no pasa nada. Pero otras soy juzgado hasta el aislamiento y la condena de mi persona humana.
Desde aquí quería pedir perdón por tener conflictos en forma de voces, o dejar salir esas interpretaciones irreales en forma de verbo, y percepciones distorsionadas que aguanta lorito hasta que desaparecen. Pido perdón, si has sido alguna de esas figuras o imágenes representativas de lo que llegué a pensar que era contigo en mi cabeza, y si me he atrevido a manifestar lo que ocurría en ella, por que entonces no estabas preparado para escucharlo o para no juzgarlo más allá de una mera situación de conflicto conmigo mismo, pues esa figura entiendo que podría haber sido cualquier persona y no precisamente tú en particular.
Lo que intento decir, que vivo estas situaciones a menudo, y que si alguna vez te has visto objeto de mis paranoias por verbalizar eso que me cansa que esté en mi cabeza para acabar con el sufrimiento que me genera, que me perdones. Ojalá cuando vuelvan dure solo uno o dos días que es lo que puedo soportar con facilidad, y así no llegar a hacerte, o haceros participes de algo que en realidad no existe más allá de unas voces o de una interpretación de lo que piensa a veces libre lo que hay encima de mi cuello. Quisiera no compartirlo jamás, porque se dan situaciones que al verbalizarlo, en contra de reír juntos, el conflicto se hace real, y por ello pido perdón también, para que no sea así.
Sin más dilaciones:
Miguel Ángel Sacristán
23 de marzo de 2021. Tarragona.
Simplemente, decir que agradezco tu valentía al expresarlo. Gracias por compartir.