Luces de colores en el aire.
Una botella de vino tinto a medias.
Mariona flota con lucecitas a su alrededor.
Sin burbujas, como un orgasmo seco.
La cabeza le da vueltas, pero pese a cometer faltas de ortografía mientras escribe, parece que la letra se le entiende mejor.
La pluma se le escurre entre las manos con más gracia que una paloma alzando el vuelo.
Siente el rubor en las mejillas y tiene la mirada achispada, perdida.
Se siente bien.
Como si nada malo pasase.
Como si nada existiese.
Solo el vino y el olvido.
Solo ella y su felicidad.
Solo le faltaba eso.
Le encantaba beber.
No le hacían falta drogas para viajar.
Una simple copa de vino, un ambiente relajado, una pluma y un papel la hacían viajar lejos.
A un mundo a todo color.
Donde lentamente se torna todo gris, finalmente negro, cuando progresivamente se le cierran los ojos.
La fatiga y el cansancio la hacen ceder mientras escribe, frente al mundo de los sueños.