Confesiones entre libros

Mariona siempre había tenido la suerte, o la desdicha – según se mire – de ser como un confesionario.

Diversas personas se acercaban a ella, a menuda sin tan siquiera conocerla de nada, en sitios como un autobús, un tren, la cola de la carnicería… daba igual, fuese donde fuese, siempre había gente que se descargaba en ella contando sin más su vida, incluso detalles profundos que transcurren en la vida de algunas personas y que no imaginaríamos ni en la mente más surrealista.

Y cómo no, esto ocurría con más frecuencia con gente conocida.

A veces también eran experiencias positivas que la hacían reflexionar, como en el caso de Álvaro.

Álvaro era un compañero de clase de Mariona.

¿Era un buen amigo, bromista, con ideas como “Si me travistiera saldrías conmigo?”.

Podía parecer jocoso, pero lo decía sin malicia; fue el único en decirle que se alegraba de encontrar a alguien honesto en su relación con una chica y que no fuese una simple broma entre amigas. Lo había sabido por las redes sociales en común, principalmente por su estado de Facebook en el que señalaba que salía con Flor. Y sabías que iba en serio por las publicaciones y fotos que daban a entender más que una amistad.

La verdad es que a Mariona, Álvaro le resultaba bastante andrógino y casi que no le hubiese hecho falta esa pregunta:

Pelo largo negro, delgado y esbelto, con piel pálida y ojos negros muy profundos con unas pestañas largas, demasiado raras en un chico. Lo único que tenía de masculino eran sus vestimentas de heavy metal.

Coincidían en muchas asignaturas en Bachillerato, así que un día fueron a la biblioteca a hacer juntos un trabajo de Geografía.

Mientras trabajaban, en un momento dado Álvaro le enseño una foto y le dijo que le gustaban los hombres como el de la foto. Era un cantante heavy bastante musculoso con el pelo largo y rizado.

Mariona alucinaba. Le preguntó cómo era eso.

Le dijo que se sentía bisexual. Estaba bien con su novia pero le picaba la curiosidad de estar con un hombre así.

Mariona no sabía dónde meterse. No lo hubiese dicho nunca, pero se alegraba mucho por él.

Álvaro le confesó que no podía decírselo a sus amigos porque se lo tomarían a coña.

También le dijo que se tienen muchos prejuicios sobre la bisexualidad, en los que se considera a la persona bisexual como obsesionada por el sexo, cuando en realidad cada uno lo lleva a su manera. Unos se fijan más en el físico, otros más en la persona. Con las personas heterosexuales pasa lo mismo y nadie se inmiscuye en ello. ¿Entonces por qué se debe considerar a la persona bisexual como “viciosa”?

Mariona pensaba lo mismo sobre ello y en que cada uno debe vivir su sexualidad a su manera para ser feliz con uno mismo y con los demás.

Palabra clave: Libros/Diversidad (yo que sé, algo así)

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